A veces cuando inicias un cambio hacia un nuevo objetivo te desbordan los acontecimientos. “Buff, esto no me lo esperaba”…“Esto es demasiado”.  Después de mucho soñar y hacerte tus películas, ¡allí tienes el encuentro con la sólida realidad!

Cuando te plantees un nuevo objetivo, hay ciertos aspectos que conviene que valores de antemano para hacerte una idea de lo que supone. Así sabes a qué te enfrentas y qué esperar. No para desanimarte, si no para tener cierto realismo. Es como lo que se dice, tomar una decisión informada y ser más estratégica.

A mí me ha pasado muchas veces de lanzarme  sin pensarlo mucho y después el choque con la realidad. Mi primer impulso cuando tengo un sueño o deseo muy claro es, “sí, voy a por él”. Y no pienso demasiado en las dificultades. Luego cuando me encuentro allí, tengo que respirar varias veces profundamente.

Supongo que también es parte de mi mente que tiende a idealizar las cosas y a volar demasiado. (En fin, también esa fuerza idealista es la que me lleva a avanzar, no la voy a condenar… sin este idealismo, me quedaría en el sofá  J). Pero se trata de buscar equilibrio entre esas fuerzas.

Lo he vivido varias veces….Recuerdo cuando me ofrecieron trabajar en un proyecto para atender a familias con VIH en la India. “Sí, claro que quiero”. Al empezar el trabajo fue duro y hay muchas veces en las que crees que te va a superar la situación. Pasan los días y te adaptas, vas adelante.

Ahora que lo veo con perspectiva, veo que haciéndome algunas preguntas previas hubiera vivido el proceso de cambio con más armonía. (Y algo importante: hacerte estas preguntas no desde el miedo, si no desde el amor!)

 

¿Qué dificultad tiene este objetivo?

Valora la dificultad de lo que te propones: el objetivo que te planteas, ¿es fácil, medianamente complejo o muy difícil?

No es lo mismo decirte que vas a perder 5 kilos en tres meses que en un mes.

No es lo mismo entrenarte para una carrera de 10kms que para una maratón de 42kms.

No es lo mismo cambiar de trabajo en el mismo sector que moverte a otro sector que no tiene mucho que ver. Por ejemplo, estás en empresa  y pasar a una ONG o al revés. O emprender.

Hablar con personas que han logrado lo que tú quieres lograr, te puede ayudar. También puedes leer en foros y libros.

 

 ¿Qué me va a costar?

Pregúntate por el coste de tu objetivo a todos los niveles: económico, emocional, mental, físico y espiritual.

Si por ejemplo, quiero hacerme terapeuta, ¿qué me va a costar la formación? ¿Y luego el empezar un negocio? ¿Qué más tendré que aprender? ¿Qué inversión necesito? ¿Y qué actividades voy a tener que dejar para sacar tiempo para mis estudios? Un fin de semana al mes voy a estar en el curso, ¿estoy dispuesta a hacer esta concesión? Y para pagarlo voy a tener que salir menos veces a cenar o acortar mis vacaciones, ¿lo quiero hacer?

Luego trabajar por mi cuenta, va a suponer perder mi sueldo “seguro”(que también te pueden echar cualquier día de tu trabajo) y al principio acostumbrarme a la incertidumbre de no saber cada mes cuánto facturé… ¿Estoy preparada para aceptar el reto?

De nuevo, hablar con personas que han conseguido lo que tú te propones, es muy útil.

 

¿Con qué recursos cuento?

Antes de empezar tu aventura hacia el nuevo objetivo, valora cómo andas de recursos: económicos, físicos, emocionales y mentales.

No es lo mismo emprender un cambio vital cuando andas con las fuerzas físicas justas que cuando tienes tu energía a nivel óptimo.

Hacer un cambio de trabajo teniendo un pequeño “colchón” es distinto a estar desesperada por ganar dinero y encontrar un trabajo mañana mismo.

Saber que cuentas con muchas personas que te apoyan puede ser un pilar importante. Si no las tienes, no pasa nada, pero entonces tendrás que buscar alternativas.

 

¿Qué es lo peor que puede pasar?

En el peor de los casos, ¿qué es lo que puede pasar? ¿Qué puede ir mal? ¿Sería tan malo? ¿Qué haría en ese caso? ¿Estoy dispuesta asumir este riesgo?

Que cambio de trabajo y no me gusta… ¿Puedo encontrar otro con cierta facilidad? ¿En qué otros sitios me gustaría trabajar?

Cuando miras de frente este miedo o posibilidad y ves que tiene solución, ¡pierde fuerza!

 

¿Cuál es mi plan B?

Es continuación del anterior. A mí me da mucha tranquilidad y libertad saber que no me lo juego todo a una carta. Que si no salen las cosas como quiero, tengo un plan B (¡y a veces hasta C-D-E!).

 

Sé que algunas de estas preguntas pueden resultar un poco incómodas.

Además, nunca lo sabrás todo antes de empezar, hay una parte muy importante que es CONFIAR en ti, en las personas, en la vida.

Pero plantearte estos aspectos de antemano te puede ayudar a tomar la decisión con más información y también adaptar tu plan para ser más estratégica, según las circunstancias. Y así  hacer el cambio con más armonía.

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