¿Te has parado a reflexionar en cómo te cuentas las cosas? ¿Las historias  que te fabricas? Ponlas a examen porque según las historias que te hagas en tu cabeza, éstas te ayudarán a avanzar o te frenarán.  Como resultado tendrás turbulencias o paz interior. Parálisis o acción.

Muchas veces te cuentas historias:

Cuando te dices que no puedes trabajar de diseñadora gráfica porque te has creído que tienes que ser abogada como tus padres porque con el diseño no podrás pagar tus facturas…

Cuando emprendes y fracasas una vez y eso te lleva a la conclusión de que no estás hecha para tener tu propio negocio…

Cuando metes la pata hasta el fondo en un proyecto y  te cuentas que eres una inútil de remate.

Cuando tienes un desengaño amoroso y te cierras en banda porque  en el amor siempre se sufre y mejor cerrar la puerta a cal y canto.

Cuando te dices a ti misma que no puedes irte a trabajar al extranjero porque al volver será muy difícil encontrar trabajo…

Cuando te crees que no puedes escribir ese libro que tienes en mente porque a nadie le interesará

Para mi estas historias son un cúmulo de creencias (convicciones) limitantes.

Por eso es importante aprender a diferenciar entre los hechos (objetivos) y las historias (subjetivas) que fabricas alrededor de éstos. A veces es gracioso  comprobar  cómo dos personas que han estado en la misma fiesta cuando te cuentan su versión, ¡parece que han estado en sitios distintos! Percibimos según las “gafas” que llevamos puestas.

Estas historias que te cuentas muchas veces son las que te paralizan y las que te hacen sufrir. Y las responsables de que sacrifiques tus deseos y tus sueños más profundos. Te las crees tanto, les das tanto poder, que hasta parecen reales…Pero por suerte, ¡no lo son!

¿Qué hacer entonces?

1)Encuentra otra oreja.

Cuando tú te hablas a ti misma es muy fácil que te des la razón. Por suerte, cuando te escucha otra persona, al ver su cara de sorpresa o de incredulidad te das cuenta de que lo que tú das por cierto, otro no.

Por eso algo muy recomendable y sencillo es tener una oreja al otro lado.  Tener un buen amigo, un confidente o un coach con buen criterio que te escucha y te puede cuestionar tus propias historias y conclusiones (Mientras escribo esto me río al ver la cara de mi coach al contarle según qué enredos mentales míos…“¿Ehhh?”).

Tu mente, tu cabecita, es muy poderosa y útil bien encaminada. Pero si no, también puede llegar a ser muy traicionera.  (Lo cierto es que cada vez más estoy convencida de ser feliz depende de que sepas “adiestrar” a tu mente. Vaya, cultivar una mente feliz…  Pero esto sería otro post)

2) Hazte preguntas poderosas.

El segundo paso sería hacerle preguntas a tu historia. Te recomendaría las que Byron Katie (autora de El Trabajo) utiliza para cuestionar las creencias, son muy poderosas: ¿Es verdad esta historia? ¿Estás segura al 100% de que esto que te cuentas es cierto? ¿Cómo reaccionas  y/o cómo te sientes cuando te crees esta historia? ¿Quién serías sin esta historieta? Y un par más: ¿Qué ventaja tiene esta historieta? ¿Qué desventaja tiene? ¿Qué sería posible si dejaras de lado esta historieta?

3)Reescríbela.

Recupera tu poder reescribiendo esta historia. En lugar de decirte, “no puedo trabajar de diseñadora gráfica porque no podré pagar mis facturas”, asume tu responsabilidad. Di “no estoy dispuesta a pagar el precio de trabajar por mi cuenta”;  o “ahora no quiero meterme en esta aventura”. Así tomas las riendas de tu vida, un papel activo.

De este modo pasas de ser víctima de las circunstancias a ser protagonista de tu vida.

En fin, no dejes que las historias que te cuentas te amarguen el día o destruyan tus sueños.

Y tú, ¿qué historias te contaste (o te cuentas) que te pararon o te hicieron sufrir? ¿Qué haces para deshacerte de ellas? Compártelo a continuación, me encantaría saber cuál es tu experiencia.

 

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