Cuando estás en los inicios de un proyecto personal, como puede ser emprender un negocio, es muy importante que creas en ti. Que dejes de lado la voz del miedo  y la duda, y que des pasos adelante.

Porque a través de la acción es como una cosa te lleva a la otra y así vas avanzando. Y rompiendo ese “no puedo” para reemplazarlo por un “soy capaz”.

Hoy te quiero hablar de una serie de errores o trampas en los que caemos y que hacen que dudes de ti y te frenan o te paralizan… ¡Lo cuento porque los he sufrido todos! Espero que te sea útil.

Te comparas con otros.

La verdad es que esto no ayuda porque normalmente te acabas comparando con personas que tienen otras circunstancias, que llevan más años que tú, y que tienen otra trayectoria vital… Vaya, que comparando manzanas con peras no te haces ningún bien.

Además de que lo que tú ves e interpretas de la otra persona es una visión muy subjetiva basada sólo en la punta del iceberg de lo que hay en su vida.  Vaya que, en realidad, no sabes por dentro todo lo que está sucediendo.

Alternativa: conéctate con tu sabiduría interior. En todo caso, compárate contigo hace 6 meses, un año o incluso el mes pasado. Allí seguro que verás crecimiento y evolución. Si hace falta, haz una lista de logros y avances a nivel interno (creencias, mentalidad, emociones, hábitos, etc) y externo.

Recuerda que tú tienes tu propio camino. No el de los demás. Confía en la vida y  fluye, porque en cada momento te llega lo que te tiene que llegar para tu evolución. Hay un orden superior que sólo vemos con la perspectiva del tiempo. La vida te ama y va a guiarte para que alcances tu plenitud.

(Y si te comparas con otros que sea en positivo…. “Si él/ella puede, ¡yo también! :)”

 

Te dejas frenar por la sensación del miedo.

Cuando vas a hacer una tarea que está fuera de tu rango habitual (tu “zona de confort”), vas a tener una sensación de incomodidad muy real: el miedo. Es una sensación que se siente muy fuerte, muy viva, muy real. Te hace dudar de tu capacidad y si la tomas en serio te frenas o te paralizas.

El miedo nos alerta de un peligro que puede suponer un riesgo para nuestra supervivencia. En el pasado podía comerte un león  y era un peligro vital. En la actualidad tenemos menos riesgos vitales pero muchos más “mentales”. Si rascas un poco más verás que detrás de tu temor a hacer algo,  se camuflan otros elementos como el miedo al fracaso, al ridículo,  a no gustar, a no ser aceptado, al rechazo,… Y es que en el fondo, somos seres sociales y nos necesitamos unos a los otros.

Alternativa: Déjate sentir ese miedo, dale las gracias por querer protegerte de un “mal mayor”, y practica un nuevo patrón: en lugar de frenarte, haz lo que quieres hacer (a pesar del miedo). Así creas nuevos circuitos neuronales. Y de nuevo, desplazas la voz del “no puedo”, y construyes el “sí puedo”…¡Es muy liberador!

Asocias tu éxito a un resultado externo.

A veces nos obsesionamos con tener resultados concretos que están fuera de nuestro control (X personas en mi lista, X fans en mi FB, X proyectos, X clientes, X ingresos, etc). Y sí, es lo deseable. Pero puede que tarden un poco y mientras no llegan, no puedes vivir frustrada.

En particular, evaluar tu éxito en función lo económico te va a desmoralizar.

Alternativa: Además de poner énfasis en obtener resultados externos concretos, elige indicadores de éxito que estén en tus manos a nivel inmediato, más allá del resultado final… Como puede ser “crecer”, “aprender”, “divertirme”, “aportar valor”, etc.

 

Ponerte exigencias desmesuradas.

En parte, fruto del idealismo y del perfeccionismo. A veces no te das cuenta, pero tienes exigencias tan elevadas acerca de lo que es “ser un buen profesional”, “ser competente”, “hacer un buen trabajo” que nada más mirar esa lista de “deberías” te desmotivas. Vaya, que a veces te pones el listón muy alto: “Cada post tiene que transformar la vida de todos los lectores”, “Cada cliente que trato tiene que solucionar su problema en 3 sesiones”, “Mi libro tiene que ser el mejor de su especialidad”,Mi curso de dietas tiene que funcionar en todos los casos”,  “Mi proyecto tiene que salir a la primera”, etc.

Muy típico usar términos absolutos de “todo” o  “nada”.

Alternativa: No estamos hablando de ser mediocre, ni tanto ni tan poco. Pero si de darte permiso para tener exigencias razonables que lejos de paralizarte te permitan avanzar y crecer por el camino para convertirte en tu mejor versión y dar lo mejor de ti al mundo. Con el tiempo y la experiencia llevarás tu trabajo a un nivel inimaginable pero  tienes que empezar por algún sitio… ¡Date permiso!

Aspira a las estrellas y llegarás a la luna. Apunta alto, sí, pero avanza. En todo caso, recuerda que, ¡mejor hecho que perfecto!

 

Formarte y no implementar.

Es muy común (y deseable) que cuando empiezas un nuevo camino te formes bien. Pero llega un punto que caes en la dinámica de hacer un curso tras otro (aquí podría añadir un “yo confieso :)” ) porque cuanto más sabes, más quieres saber y más te das cuenta de todo lo que no sabes (y te queda por aprender). Eso te causa aún más inseguridad. Además, como no te das tiempo para implementarlo y trasladarlo a la experiencia, sientes que aún no lo sabes.

Alternativa: Fórmate pero encuentra un equilibrio con la implementación. Implementa aquello que aprendes y haz que se convierta en experiencia y en habilidades prácticas. Digiere y consolida. Es la práctica real lo que te hará sentir más segura. Y así afianzar tu  nueva identidad profesional.

Un bono: déjate acompañar. Rodéate de una estructura de apoyo, desde amigos que te comprendan a colegas de profesión que estén pasando por lo mismo,  coaches o mentores. A veces nos encasillamos en un enfoque limitante y alguien de fuera con una nueva mirada nos ayuda a salir de ese enredo.

¿Te has sentido identificada con alguna de estas trampas? ¿Cómo evitas caer en ellas? ¿O cómo las superas? Me encantaría leer tus impresiones en los comentarios. ¡Compartiendo aprendemos todos!

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