Cuando emprendes un cambio importante estás saliendo de tu zona de confort. Te lanzas a tu zona de aprendizaje, aquella donde te expones a lo nuevo y a cierta incomodidad, pero manejable. Y a medida que te atreves, avanzas a tu zona mágica -o la de pánico, según cuentan algunos 😉 -, cuando traspasas tus miedos y te lanzas a lo desconocido, sin saber qué pasará, te abres a un universo de posibilidades….
Decides seguir el corazón, esa voz que te guía no siempre por el camino más fácil. Pero sí que te aseguro por el más coherente (¡y eso no tiene precio!).
El hecho es que te expones a mucha incertidumbre, al fracaso, y a muchos miedos… En realidad, ¡a una lista interminable! (Y más aún si lo que emprendes es un negocio…) Perfeccionismo, autosabotaje, miedo a darte a conocer, al qué dirán y qué pensarán, miedo a la crítica, al error, al fracaso, a cobrar y a vender, a no ser capaz y suficientemente valiosa, falta de merecimiento, etc etc…
También te acechan las dudas… ¿Me encanta lo que hago, pero le interesa a alguien más? ¿Quién soy yo para hablar de esto cuando hay miles de profesionales de este campo? ¿Cómo dejar atrás mi carrera profesional y decantarme por algo nuevo? ¿Seré capaz de vivir de mi pasión?
Encima las personas que tienes a tu alrededor no siempre te apoyan en tus sueños emprendedores… Es típico escuchar comentarios como, ‘Esto del coaching/terapia es una moda’, ‘Eres muy mayor para hacer un cambio profesional’, ‘Cómo vas a tirar por la borda tu carrera profesional para empezar de 0’, ‘Búscate un trabajo de verdad y déjate de soñar tonterías’, ‘Lo tuyo es un hobbie caro’…
Además, al principio puede que tarden en llegar resultados, que experimentes muchos ‘fracasos’ (en realidad aprendizajes) y que te lleves desilusiones… Y si eres de las personas que se identifica mucho con lo que haces, pues aún más doloroso porque lo personalizas…
Con todo esta pesada mochila…. ¿Cómo avanzar? ¿Cómo contrarrestar estas fuerzas que te frenan?
La respuesta está dentro de ti.
Por eso es importante tener una buena base: creer en ti misma. Quererte, apreciarte, valorarte como el ser divino que eres más allá de tus logros, más allá de las críticas, más allá de tus ‘fracasos’, más allá de lo que piensen o digan los demás.
A mí me llevó años comprenderlo. No te lo enseñan en las escuelas de negocios pero es una base esencial.
Si te quieres y crees en ti, tendrás una coraza protectora ante todas las tormentas externas que, créeme, hay muchas cuando emprendes. Porque en realidad el exterior te hace de espejo y te refleja tus mismas dudas, tus propios miedos y tu autosaboteo.
Quiero compartir un decálogo para ayudarte a creer en ti:
1-Yo soy un ser divino, creador, poderoso, y soy valiosa por el simplemente hecho de ser, más allá de mi cargo, mi profesión y mis resultados. Yo SOY. Aceptarme y quererme tal y como soy es mi pilar.
Tengo mi propio camino, que no es comparable al de los demás, cada cual es único y tiene el suyo.
2-El verdadero fracaso es no intentarlo. Los ‘fracasos’ son el instrumento que tiene la vida para hacerme llegar los aprendizajes necesarios para transformarme. Y convertirme en la persona capaz de tener mi objetivo. Primero es Ser y después tener.
Los fracasos son parte del camino, escalones intermedios a mi éxito. Sin fracasar no puedo alcanzar mi objetivo.
3-Mi mundo interior crea mi mundo exterior. Mis resultados no son ni buenos ni malos, son perfectos en todo momento. Me indican dónde estoy y qué estoy creando desde mi interior. Observo con curiosidad.
4- Mejor hecho que perfecto. No tengo que hacerlo todo bien a la primera. Puedo experimentar y equivocarme. Así aprenden a andar los niños, ¡andando!
En cada momento tomo las mejores decisiones con la información de la que dispongo, decido y paso a la acción. En función de los resultados, lo mejoro la próxima vez.
5-Paso a la acción a pesar del miedo. Dejo atrás las excusas, las historias y las culpas. Me doy permiso para pensar menos y experimentar más. Siento esa incomodidad y a pesar de ella, decido actuar. El miedo está en mi mente y cuando actúo pierde fuerza. Veo que soy más capaz de lo que creía y mi autoestima aumenta.
Me felicito y celebro los pequeños logros, sabiendo que me llevan a un objetivo mayor.
6-Elijo enfoques que me impulsen. Pongo mi atención en lo que sí sé hacer, en las oportunidades y en el crecimiento (más allá de los resultados). Me enfoco en los demás, en ser creativa y en aportar mucho valor. Esta semilla acabará dando fruto.
7- Me rodeo de personas positivas y alineadas con mi objetivo, pido ayuda y me dejo ayudar cuando lo necesito. No tengo que hacerlo todo sola.
8-Soy digna y merecedora de todo lo bueno que la vida tiene que ofrecerme. Soy parte de la creación, siempre expansiva, abundante y amorosa.
9- Confío en mí y en el fluir de la vida. Elijo confiar y me dejo guiar por el amor. Vivimos en un mundo abundante con infinidad de posibilidades y me abro a la magia de la vida.
La vida me cuida y todo lo que sucede es para un bien mayor aunque en este momento no lo vea. Hay una sabiduría superior que maneja un plan mayor perfecto. Todo irá bien.
10-El dinero es un instrumento neutro. No cambia a las personas, solo amplifica lo que son.
Vender es servir, dar una solución a un problema o a una necesidad. Si quiero ayudar de verdad voy a tener que vender, intercambiar mis servicios por energía.
…
Espero que esta reflexión te haya aportado valor… ¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué es lo que más te ha resonado? ¡Te espero en los comentarios!
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