Llevaba mucho tiempo pensando que “necesitaba un tiempo sabático”.
La teoría estaba clara: necesitaba tomarme un tiempo para mí.
Para reconectarme con mi brújula interior, saber quién era y qué quería.
Para plantearme un cambio de vida que incluyera también mi vida personal, mi pasión por mi trabajo también me estaba quemando…
Para cerrar una etapa, volver a soñar y crear un proyecto de vida que me ilusionara, aunque no pudiera imaginarme nada que fuera comparable a lo que había vivido hasta ahora…
Pero lo iba posponiendo porque parecía que “nunca” era el momento “perfecto”. Ahora tengo este proyecto… Más adelante el otro… Cómo los voy a dejar “tirados”… Y ahora porque no me encaja… (Excusas y más excusas, en el fondo, ¡mucho miedo!)
Después de 13 años trabajando en el sector de las ONGs y viviendo por y para el trabajo, estaba agotada. Sentí que o me paraba o la vida con su infinita sabiduría me iba a parar… Es lo que a mí me sucede cuando no me escucho… Si no me entero por las buenas, la vida me sube el volumen y me zarandea un poco para que tome nota… (¿Te ha pasado alguna vez? ¡Seguro que sí!…)
Llegó un punto en el que vi que estaba llegando al límite de mis fuerzas mentales, emocionales y físicas… Verlo me hizo tomar la decisión. Eso o enfermar.
Por suerte ya había contratado a una coach y eso me ayudó a dar ese paso definitivo que para mí era gigantesco… Era lo que yo había decidido hacía tiempo, pero ahora que era el momento de saltar y, ai, ¡qué vértigo!
Aun recuerdo el día en el que tuve una sesión con ella y me dijo que para el lunes esperaba mi mensaje diciendo que lo había comunicado a mis jefes y había puesto fecha…. ¡Era como saltar al vacío!
Al inicio de mi trayectoria en la India yo tenía mucha fe y confianza en la vida. Pero reconozco que con los años me había adaptado a mi pequeña zona de confort y me había dejado contaminar por muchos miedos y por un patrón de escasez con el que convivía a diario en la India más rural y pobre.
¿Qué me impedía tomarme un tiempo sabático?
Para variar, muchos miedos y tras de éstos, creencias limitantes… Si te has planteado un cambio importante de vida, creo que alguna de ellas te resonará 😉
Te cuento las más destacadas…
Soy imprescindible…
Jajaj madre mía qué ilusa… Nadie, nadie, es imprescindible… Ni el mismo Steve Jobs lo fue, ¿lo iba a ser yo?
Eso no le gustará a tu ego oírlo, pero es muy liberador… Aunque tú te sientas muy responsable y competente….¡Si te vas, no se hunde el mundo! La vida continúa y las personas que vengan detrás de ti, aportarán nuevos aires, innovaciones y energía fresca al puesto de trabajo. No se pierde nada, a revés, ¡todos ganan!
No sé si sabré estar sin trabajar…
Jaja otra gran mentira… ¡Vaya si me acostumbré! Tener tiempo para mí era el regalo más grande que me podía hacer a esas alturas.
Es cierto que tuve una crisis de identidad muy fuerte porque yo me identificaba mucho con mi trabajo… Yo era mi trabajo. Era lo que se dice “una trabajadora compulsiva”… Lo mío era adicción :).
Pero eso fue la oportunidad de hacer un trabajo interior que yo tenía pendiente. Aprender a SER. Y luego ya podría hacer y tener.
No sé que voy a hacer con tanto tiempo libre….
Una variante de la anterior pero con otro matiz.
Eso fueron los primeros días que tenía cierta desorientación, pero pronto se ocuparon. Había todo un mundo de posibilidades. Ir a mi ritmo, estar “conmigo”, conocerme, entenderme, amar, cuidarme, meditar, sanar, disfrutar, conectarme a la naturaleza, leer, aprender, formarme, pasear, hacer deporte, experimentar, viajar (¡imprescindible salir de tu burbuja de confort!)…
No tengo ni idea de lo que voy a hacer con mi vida después…
Suponía enfrentarme a la incertidumbre de no saber. El vacío. De nuevo fluir y dejarme llevar.
Yo sentía que había como un muro que me impedía crear nuevas metas y una visión de mi vida inspiradora después de haber cumplido mi gran sueño de adolescente (trabajar en la India). Parecía una ceguera que iba a durar para siempre.
No me imaginaba mi vida fuera de la India ni un trabajo que me llenara tanto como el que tenía. Limitaciones y más limitaciones. Escasez. Miedo.
¡Pero no! Todo pasa, y aunque lo veas muy nublado, siempre sale el sol 😉
Aunque no tengas ni idea de lo que quieres ni de cómo te ganarás la vida tras tu sabático, confía. Por el camino encontrarás respuestas. Conocerás personas que te romperán los esquemas mentales. Te abrirás a oportunidades que no sabes ni que existen. Descubrirás talentos o intereses que no sabías que tenías…Te darás cuenta que eres mucho más que tu trabajo y del “personaje” que te has creído… Te cuestionarás tu vida de arriba abajo y las normas sociales que has adoptado sin pensar…
Hay que “salvar el mundo”, ¿cómo me voy a tumbar en una hamaca a mirarme el ombligo?
Es cierto que hay mucho trabajo que hacer en el mundo. Cada uno de nosotros tiene una misión a realizar. Una contribución única para la sociedad.
En parte, me parecía muy egoísta tomarme tiempo para mí.
Pero comprendí que si yo no estaba bien, tampoco lo estaría para los demás. Cristina agotada y sin fuerzas, no era útil ni para ella misma ni para nadie.
Primero eres tú. Si tú estás bien, además de disfrutar más de tu vida y generar una vibración elevada de amor, podrás ayudar a otras personas. Desde tu plenitud. Desde tu copa llena. No desde la carencia.
Seguro que tú tienes otras creencias limitantes que te están parando… ¿Qué te impide lograr tu objetivo? Verás la lista de “verdades eternas” que te salen…
Pero como todas, ¡cuestiónalas!
Las creencias limitantes son solo eso: barreras mentales que quieren proteger tu identidad, tu status quo, y evitar que salgas de tu zona de confort… Nuestra mente está programada para sobrevivir y no lleva nada bien la incertidumbre… Toma conciencia de ello y no te dejes engañar por tus pensamientos limitantes.
Si otra persona lo ha hecho, tú también puedes.
Toma conciencia de ellas, cuestiónalas, y ¡pasa a la acción!
…
Dicho esto, yo me tomé el sabático sin mucha preparación ni planificación.
Aún así fue un tiempo de gran aprendizaje. Lo volvería a hacer con los ojos cerrados.
¿De qué me sirvió tomarme un tiempo sabático?
En breve…
Durante el tiempo que me tomé, pude abrirme al amor y dejar espacio para mi vida personal (mi hormiguita incansable por fin se dio permiso). Aprendí a disfrutar más de las pequeñas cosas (sin sentirme culpable) y a vivir con equilibrio personal y profesional…Ya no todo era trabajo, había vida más allá 😉
Por otro lado, emergió una gran necesidad de ser libre, de trabajar por mi cuenta y de vivir a mi manera. De repente necesitaba la libertad como el aire que respiro.
Viajar me abrió mucho la mente y me ayudó a expandir mis horizontes que se habían hecho pequeños. Salir de mi zona de confort, descubrir otros países y hacer nuevas amistades fue muy revitalizador.
Me formé en coaching y en yoga poco a poco fui reconectándome a mi brújula interior y a mi poder personal. Me conocí mejor, quién era y qué quería.
Empecé a disfrutar del SER sin HACER.
Recuperé la ilusión, redefiní mi proyecto de vida y construí una visión inspiradora de mi vida ideal. Decidí emprender.
También me ayudó a poner orden y a sanar historias de mi pasado que yo había “enterrado” pretendiendo estar “muy ocupada”. Un ejercicio de honestidad, no siempre agradable, pero como sabes, ¡la verdad te hace libre!
Aprendí que cuidar de mí y quererme tenía que ser una prioridad. Si mi copa estaba vacía no podía dar nada. Fue difícil, porque paradójicamente era más fácil “salvar el mundo” que “salvarme a mí”.
Luego vino el profundo viaje de emprender, otra aventura, retadora y sanadora. El mejor master de desarrollo personal. Un verdadero viaje al amor. Pero estas batallitas las dejamos para otro post 😉
Si lo volviera a hacer…
Di el salto y me tomé un tiempo. Confiando en la vida y ya por agotamiento porque no podía más…
Me sentó fenomenal y transformó mi vida. De hecho, ¡lo tendría que haber hecho antes! Aunque ya sé que todo es perfecto y que todo llega cuando tiene que llegar 😉
Visto en retrospectiva, la verdad es que haberme preparado y organizado un poco con antelación, hubiera sido muy recomendable… más fluido y enfocado. Como dijo Séneca, “No hay viendo favorable para aquel que no sabe adónde va”.
La verdad es que a veces me lanzo sin pensarlo demasiado 😉
Por eso, si estás planteándote un tiempo sabático, y necesitas orientación, quiero recomendarte el curso de Cintia Castelló (que si no la conoces es ¡pura energía e inspiración!), “Revolución Sabática”.
Para que vayas a tu sabático con el planteamiento y las herramientas adecuadas. Que no solo te tomes “un sabático para desconectar” o para “huir” si no que puedas usarlo al máximo para cambiar tu vida y diseñar tu reinvención. Todos los detalles del curso los encontrarás pinchando aquí.
Ps: Me encantaría que me contaras si te has planteado alguna vez tomarte un tiempo sabático y qué te lo ha impedido (el tema económico suele ser un freno, pero detrás de él, ¿qué mas hay?) … Y si te lo has tomado ya, ¿qué beneficios ha tenido para ti? ¿Recomendarías la experiencia?
Hola Cristina. Yo no me tomé un año sabático… Me tomé tres.
Mi mujer y yo nos quedamos embarazados muy mayores y decidimos dejar el restaurante que ella regentaba. Fue una decisión difícil pero no estábamos dispuestos a “criar a nuestra hija en un bar”. Malo iba a ser que, siendo informático, no pudiera ganarme la vida. Así que nos deshicimos del negocio y nos trasladamos de Alicante a Galicia.
Sin embargo la cosa fue más terrible de lo que habíamos previsto. Aquí no tenía contactos. No me conocía nadie y no conseguía ni empleo ni clientes. Me agobié mucho pero, no sé porque, se me encendió una bombillita y me di cuenta de que tenía una oportunidad que pocos padres tienen: Disfrutar de los primeros años de un hijo.
Así que decidí quedarme en casa, criando a la niña durante tres años, hasta que empezara en la guardería. No fue un cruzarme de brazos y esperar. Aproveché para formarme y ponerme al día. Daba algunos cursos y clases. Y comencé a tejer una red de contactos.
Es cierto que el tener casa y huerta ayudó mucho al no tener grandes gastos fijos.
Hoy por hoy puedo decir que ha sido la mejor decisión de mi vida. Aparte de aprender un montón viendo crecer a mi hija (hoy tiene siete años y “ya no me necesita” jajaja) me dio perspectiva para lanzarme a emprender.
Hola José Ramón,
Muchas gracias por tu comentario y por compartirnos tu historia (por cierto te llamas como mi hermano ;))
Es verdad que no es todo un camino de rosas, hay momentos de “¿socorro qué hago?”, pero al mismo tiempo si te abres, hay nuevas oportunidades y posibilidades que no ves hasta que das el paso…
Me alegro de que pudieras cambiar de perspectiva y disfrutaras del tiempo con tu hija, seguro que ella lo agradeció mucho, y vino con el regalo de poder trazar un nuevo camino profesional… La vida nos cuida y nos guía con su infinita sabiduría, aunque a veces tardamos un poquito en verlo 😉
Te mando un abrazo y te deseo mucha suerte con tus proyectos.