Tener paz interior te da la base para tomar las acciones necesarias para lograr tus metas, o simplemente para disfrutar de más bienestar en tu vida.
Por eso quiero hablarte de 12 errores comunes que cometemos y que pueden estar minando tu paz interior.
1. Vivir de espaldas a tus valores.
Tus valores forman parte de tu esencia, de lo que es importante para ti a nivel muy profundo y te hace sentir plena y en coherencia. Conocer tus valores esenciales y alinear tu vida con éstos, te hará sentir plenitud y armonía internas.
Querer vivir la vida de otros, según lo que se espera de ti, y no según tus valores, te hará infeliz.
Imagina que para ti es muy importante la realización personal y odias tu trabajo. Esto te llevará a una disonancia interna. O más a pequeña escala… Imagina que un valor tuyo es la salud y te alimentas de comida rápida porque “no tengo tiempo” … Algo dentro de ti “chirría”.
Así que te animo a reflexionar acerca de tus valores esenciales haciéndote la pregunta básica de: ¿Qué es lo más importante en mi vida? ¿Está mi vida alineada con estos valores?
2. Querer tener razón.
En Un curso de milagros (UCDM) surge una pregunta muy frecuente que me encanta porque es muy directa y reveladora: “¿Quieres tener razón o quieres estar en paz?”
Si hay distintos puntos de vista, querer convencer al otro te drena.
De hecho, cuando hablas con personas que tienen maneras de pensar muy distinta a la tuya, te das cuenta que lo que para ti es de una forma para el otro es de otra bien distinta.
O como un mismo evento, contado por dos personas que estuvieron en el mismo sitio, no tienen nada que ver. Percibimos y creamos nuestra realidad en función de nuestras gafas (creencias, experiencias, valores, etc).
Parece que darle la razón al otro es una pérdida, pero en realidad, ¡tú ganas paz interior!
En fin, elige bien tus batallas y decide si quieres tener la paz o la razón 🙂
3. Preguntarte “por qué”
Cuando hay un contratiempo o un acontecimiento doloroso en tu vida, muchas veces caes en la trampa de preguntarte “por qué”… ¿Por qué a mí?… ¿Por qué ahora?
Y así empiezas a crear historias que te victimizan y te hacen perder poder. Te enfadas con la vida y te sientes víctima de las circunstancias…
Pero hay una pregunta más ecológica, que te llevará a respuestas más empoderadoras, es el preguntarte “para qué” me está pasando esto… ¿Qué es lo que tengo que aprender de esta situación? O sustituirla por un “cómo”… ¿Cómo puedo gestionar este reto a mi favor”
Porque la vida es movimiento y aprendizaje para que tú desarrolles tu potencial y sanes aquellas partes de ti heridas. No hay intención de fastidiarte. Al revés, yo creo que la vida te cuida, te ama y vela para un bien mayor.
Aunque cueste de aceptarlo, todo es perfecto como es. El tiempo te ayudará a verlo con perspectiva y a comprenderlo.
Para ello tendrás que aprender a confiar en la vida, en su fluir y en sus procesos, y en ti misma, en que tienes la fuerza y los recursos necesarios para gestionar aquello que se te presente.
Hazte buenas preguntas. Cambia tu “por qué” en un “para qué” o un “cómo”.
4. Pensar en lo que “debería ser”.
Siguiendo lo anterior, estar continuamente pensando en lo que “debería ser” te va a crear mucho malestar. A veces también caemos en la comparación con otros, el ego tiene estos juegos. El caso es que nos resistimos a lo que es.
Por alguna razón que ahora desconoces, es así y lo tienes que aceptar tal cual es. Juzgándolo o, rechazándolo sólo creas más resistencia.
Y a partir del a aceptación se puede actuar con mayor serenidad… ¿Qué puedo hacer para cambiar esto que no me gusta? ¿Qué puedo aprender? Y por supuesto, ¡acción!
Si quieres tener más paz interior, acepta lo que es. Porque aquello a lo que te resistes, persiste.
5. Pre-ocuparte antes de tiempo.
Cuando era adolescente leí en libro aparentemente muy inocente pero con mensajes muy poderosos. Era “Ami, el niño de la estrellas”. Entre ellas, una que se me quedó grabada para siempre: ¡Deja de pre-ocuparte!
Es decir, ocúpate cuando llegue el momento, no antes porque estarás “sufriendo” antes de tiempo.
¿Cuántas veces hemos estado preocupándonos meses y meses, creando historias y escenarios terribles, por algo que finalmente nunca tuvo lugar?
Confía en la vida y en tu capacidad. Cuando llegue el momento, ya te ocuparás. Mientras tanto, ¡vive en paz!
6. Dejarte atrapar por la duda.
La duda te hace perder gran cantidad de energía y de paz interior. Lo sé porque es uno de mis puntos débiles.
Así que cultiva el hábito de tomar decisiones, sean más buenas o más malas. Pero decide lo mejor que puedas, con la información que tienes en el momento.
Como emprendedora, uno de los bloqueos comunes es la “parálisis por análisis”. Cuando muchas veces, un paso te lleva a otro y es lo que necesitas para avanzar. Es el camino el que te va dando las respuestas.
Aquí entra el que te des permiso para equivocarte, eres aprendiz de la vida, sin que eso suponga un atentado hacia tu autoestima. Tú eres mucho más que tus resultados.
También puedes valorar las consecuencias de no decidir, y verás que tienes que tomar una decisión.
Por otro lado, muchas veces nos atascamos en decisiones que no son definitivas. Casi siempre puedes volver atrás.
Busca también aliados. A veces una conversación con una persona amiga, el hecho de hablarlo o de tener un nuevo punto de vista, te ayuda a desbloquear la situación.
A la hora de decidir, de nuevo mirar tus valores puede ayudarte así como tener en cuenta tus objetivos… ¿Qué decisión está más alineada con mis valores y me acerca a mis objetivos?
7. Descuidar la higiene mental.
¿A qué me refiero con esto?
Si cada día tienes unos hábitos de higiene corporal (te duchas, te lavas los dientes, etc), ¿por qué descuidas tu higiene mental?
La mente es como un caballo desbocado que produce miles de pensamientos diarios. Como estamos programados para la supervivencia, la mayoría de estos pensamientos van a ser negativos. Se van a enfocar en aquello que es “peligroso”, hacemos mal o supone un riesgo.
Y como bien sabes, al final los pensamientos son semillas que acaban dando sus frutos…
Así que es responsabilidad tuya, cultivar hábitos que promuevan una mente más serena. ¡Entrena tu bienestar!
Por ejemplo, observar tus pensamientos negativos dejándolos que “pasen” como una nube, entrenar tu mente para que se fije en lo positivo/ lo bueno/lo que haces bien, meditar cada día (con mantras es aún más poderoso), dar las gracias por aquello que tienes, leer libros o ver vídeos que te inspiren, dosificar las noticias, recitar el hoponopono cuando te invaden pensamientos negativos, etc.
8. Caer en la culpa
Culparte a ti o a los demás mina tu paz interior.
Esto daría para un post entero pero al menos aquí una breve reflexión.
Yo creo que en cada momento tú haces lo mejor que sabes. Tú y cada persona. Si no lo hiciste mejor es porque dentro de tus limitaciones, tu ignorancia y tus circunstancias, no lo supiste hacer mejor. Reconocemos que somos humanos.
También puede ser que te estés culpando por TODO lo sucedido. Pero aquí quiero recordar que tú y el otro estáis co-creando. Si las dos partes lo que pasó no hubiera sucedido. Ambas partes tienen su responsabilidad.
Me parece clave sustituir la culpa por la responsabilidad. El que te hagas responsable de tus actos y te comprometas a mejorar o a restablecer el daño hecho. Y también el invocar la compasión, el mirar desde el amor lo sucedido y reconciliarte contigo y con los demás.
Hay personas que se resisten a perdonar porque “perdono pero no olvido” o es “imperdonable”. Pero al final del día eres tú el que lleva la mochila de piedras. Perdonar es un acto de amor hacia ti mismo.
9. No sentir que mereces.
Hemos crecido escuchando que “si sacas buenas notas te querré”, “pórtate bien y te compraré un regalo”. Bajo este paradigma de “tengo que hacer o lograr para merecer”, te das poco permiso para disfrutar o para soñar en grande.
Y si lo haces, te sientes culpable.
Recuerda que mereces todo lo bueno que la vida tiene que ofrecerte. Mereces lograr tus metas, disfrutar y tener una vida plena y abundante. Solo por haber nacido ya tienes el “carnet de merecedora”.
Repite conmigo, ¡“yo merezco todo lo bueno que la vida tiene para mi”!
10. Tratarte como a tu peor enemiga.
A veces nos hablamos y nos tratamos como al peor enemigo. Te críticas a ti misma, dejas de lado tus necesidades, pones a los demás por delante, niegas tus emociones, dices que sí cuando quieres decir no, buscas continuamente complacer y tener la aprobación de los demás… En el fondo, es falta de autoestima.
Todo esto te causa mucha inquietud interior. Así que, ¡empieza a quererte en pensamiento, palabra y acción!
11. Dejarte arrastrar por tus emociones.
Las emociones son tan fuertes a veces que parece que simplemente “nos pasan”, que no podemos hacer nada para controlarlas.
Pero nuestros estados emocionales se generan a partir de tres elementos:
-Tus enfoques: pongo mi atención en lo que va bien, o en lo que va mal; en mis defectos o en mis virtudes; en los problemas o las oportunidades; en ti o en los demás…
-Tus significados: llamo a esta situación una desgracia o un reto; estoy sufriendo o estoy creciendo…
-Tu fisiología: cómo está tu cuerpo, tu voz, tu postura, tu respiración, etc… Cuando tienes una postura erguida con el pecho abierto y respiras profundamente, tus emociones son bien distintas a si andas encorvada y con respiraciones superficiales.
Continuamente “fabricamos” nuestras emociones.
En lugar de sentirte su víctima, toma las riendas y responsabilízate de crear otras más positivas. Porque tus emociones determinan tus bienestar y tus acciones.
12. Vivir desde el miedo
Tú eliges vivir desde el amor o desde el miedo. Si miras desde la escasez o la abundancia.
Cuando vas a hacer frente a una situación, puedes elegir qué “gafas” te pones, las del el amor o las del miedo. Con ello, tu sentir y tus acciones serán bien distintas. En el primer caso, verás oportuniades, belleza y ganará la confianza y la bondad. En el segundo, verás problemas, peligros y primará el miedo y el malestar.
A veces este miedo se manifiesta en necesidad de controlarlo todo. Pero no hay mayor ilusión que ésta. La vida es cambio y movimiento. ¡No controlamos nada!
La vida a veces nos pone grandes retos por delante, pero de nuevo te recuerdo, que no lo hace para fastidiarnos. Para mi vivir desde el amor y confiar en el fluir de la vida y en que todo “acabará bien” me da tranquilidad, porque el amor siempre gana.
Y tú, ¿eliges vivir desde el miedo o desde el amor?
…
Espero que este post te sirva para tomar más conciencia y ganar más paz interior.
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Y ahora te pregunto… ¿Te han resonado algunos de estos puntos? ¿Cuál es el más frecuente para ti? ¿Cómo vas a actuar a partir de ahora? Te espero en los comentarios 🙂
¡Te mando un fuerte abrazo!
Cristina
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