Este año he tomado mucha conciencia de todos los miedos que he ido arrastrando… Miedo a la crítica, al qué dirán o qué pensarán, a no merecer, a no ser suficiente… Y en última instancia a ser rechazada  y a no ser amada… porque en el fondo, ¡somos seres sociales! Necesitamos pertenecer y ser aceptados, por mucho que nos estemos volviendo cada vez más individualistas…

Han sido todo un lastre hasta ahora…

Pensaba que meditando, haciendo afirmaciones o poniendo mi mente en positivo se irían estos miedos… Pero han seguido allí mes tras mes….Año tras año….

Hasta que he comprendido que no  hay otro camino alternativo que, ¡la acción! No importa que sea un paso minúsculo o grande, lo vital es darlo, pasar a la acción… Aunque se te encoja el estómago y parezca que se tiene que derrumbar el cielo… Porque al final te das cuenta que, ese miedo, ¡sólo está en tu mente! … ¡todo es ruido mental!

Este mes de diciembre ha sido cuando he sentido con más fuerza el dolor y la frustración de ser esclava de mis miedos…  De ver cómo me estaban frenando en mi vida, secuestrando mis ilusiones y arruinando mis proyectos y poniendo en peligro aquello que más amaba, mi negocio y mi amor…

Fue ese momento en el que dije: ¡Basta ya!

No quiero estar a merced de mis miedos… Sé que van a estar allí siempre… Pero no quiero que me roben más vida.

¿Te has dado cuenta cuánto tiempo te roban tus miedos? ¿Cuántas horas preciosas ocupan tu mente y tu corazón? ¿Cuántas noches en vela pensando en posibles escenarios que nunca sucedieron? ¿Cuántos proyectos nuevos no intentas por miedo a equivocarte, a fracasar o a ser ridícula? ¿Cuántas veces no dices te atreves a cambiar de trabajo o emprender? ¿A decir un “te quiero” por miedo al rechazo? ¿A cambiar de país ? ¿A dejar una relación donde ya no queda amor? ¿A vivir un nuevo amor? …

¡Basta ya!, me dije.

A partir de ahora decido a aprender a convivir con ellos con más naturalidad.

Porque los miedos que tenemos hoy en día, lejos de ser debido a peligros reales (que te coma un tigre, que te arruines y tengas que dormir debajo de un puente, …) son más bien imaginarios (fantasmas mentales).

Como me sucedió con las charlas presenciales que hice este mes…  Después de dos años sentí miedo de volver al formato presencial en la “gran ciudad” porque suponía de nuevo salir de mi zona de confort…

Los fantasmas del miedo casi se apoderan de mí… En el fondo me cuestionaba… ¿Quién soy yo para dar una charla? ¿Qué tengo que compartir? ¿Pero si hay muchas otras personas que lo pueden hacer mucho mejor que yo? ¿Y qué les puedo aportar que no sepan ya?

Todo este “runrún”, iba por dentro mientras me ocupaba de todos los preparativos… Era mi querido “saboteador”, esa parte de mí que quiere que me quede en mi  zona cómoda donde estoy muy segura pero no sucede nada… Al revés, ¡mi alma se pudre!…. Como el agua estancada.

Hubo un momento en que me dieron ganas de echarme atrás, sentía un nudo en el estómago y un peso en el pecho… Era la resistencia, la incomodidad de hacer algo nuevo. El cosquilleo del miedo.

Por suerte, respiré hondo, recordé mis valores y por qué hago lo que hago, y me dije “ esto también pasará”

Seguí adelante y disfruté enormemente haciendo estas charlas… Fue precioso el tener un contacto directo y compartir experiencias con personas afines. El online es genial por toda la flexibilidad y el impacto que tiene, me parece extraordinario poder llegar a miles de personas en un click. Pero me hace muy feliz el poder combinarlo con lo presencial. ¡Amo mi profesión y el contacto con las personas!!!

Pasado el miedo y disfrutadas las charlas estoy deseando hacer las próximas… ¡Enfrentarte a tus miedos se convierte en adictivo! Es una liberación descubrir que puedes más de lo que crees, y que transitados lo miedos, la sensación es de poder…  Cada paso que das a favor del amor hacia la vida y tu proyecto, es un sí a la vida y a ti misma. Te refuerza y te libera.

Porque estamos aquí para entregar nuestros dones y nuestros talentos al mundo, para poner nuestra luz, y que poco a poco se ilumine esta tanta oscuridad…

Sé que van a volver a visitarme mis queridos miedos… Por supuesto, van a estar allí siempre que haga algo que merezca la pena, algo que sea importante para mí y que me lleve a crecer hacia mi propósito…

Porque si algo me causa indiferencia es señal clara de que no tiene nada para mí. Lo cómodo está muy bien para relajarse pero no como motor de vida… Hace tiempo que comprendí que no quiero una vida cómoda sino una vida con sentido.

Así como se habla de los “ladrones del tiempo” como aquellas distracciones que nos quitan tiempo para lo de verdad importante, para mí el mayor ladrón de vida es el miedo.

Por eso, para este 2018 que entra, me comprometo a normalizar el miedo en mi vida, reeducar mi comportamiento para que en lugar de un freno sea un motor. Una brújula que me indica adónde hay una oportunidad de crecimiento para mí. Cuál es el próximo paso.

Como ya habrás oído muchas veces, “hazlo, y si tienes miedo, hazlo con miedo”. Ese va a ser uno de mis lemas 😉

Y así, voy a darme permiso para experimentar y para equivocarme más, para así disfrutar más y tener nuevos resultados… Jugar y experimentar con foco aún con el cosquilleo del miedo va a ser clave para mi 2018.

Y tú, ¿te cansaste ya de escuchar la voz del miedo? ¿Cuánta vida ya te ha robado el miedo? ¿Qué quieres hacer al respecto? ¿Cuál es tu mantra para el 2018?

Te animo a tomar la determinación y el compromiso de que NO te detengan más. Que el miedo deje de ser un freno y se convierta en un motor.

Agradecida por todo lo ocurrido en el 2017, me despido…

Te deseo lo mejor para el 2018. ¡Mucha paz, mucho amor y mucha prosperidad!

¡Un fuerte abrazo!

Cristina