Como me habrás oído decir en alguna ocasión, detrás de muchos miedos se esconde el miedo al rechazo.

Sí, puedes pensar que por ejemplo, estás teniendo miedo a dar una conferencia o a publicar un artículo porque piensas que no es suficientemente buena y te van a criticar o juzgar… O que estás siendo excesivamente perfeccionista porque te gusta hacer las cosas bien…

Ésta es solo una primera capa de la cebolla.

Muy a menudo, si rascas un poco más encontrarás que detrás de este primer miedo hay otro más profundo: el miedo al rechazo.  En el fondo el miedo a no ser amado. A no pertenecer y por tanto a morir. Es muy ancestral.

¿Por qué este miedo? Porque en el fondo, somos seres sociales, interdependientes, necesitamos pertenecer al grupo o la tribu.

Ahora cada vez tenemos una sociedad más individualista pero en nuestros orígenes dependíamos de los demás para sobrevivir. Ser excluido podía suponer la muerte. Así que el rechazo se evitaba a toda costa.

Por otro lado, Lisa Bourbeau en su libro “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo” habla de las 5 heridas de la infancia con las consecuentes máscaras de protección asociadas: el rechazo (huida), el abandono (dependencia),  la humillación (masoquismo), la traición (control), y la injusticia (rigidez).

Estas heridas se generan en la infancia y cada persona crea una adaptación (máscara) para  evitar el sufrimiento que conlleva revivirla. Se repiten también en la edad adulta hasta que las sanas. La herida del rechazo por ejemplo, te lleva a huir para evitar que te rechacen.

Igual que cuando tienes una herida física: evitas a toda costa que te la toquen; y si lo hacen, reaccionas de forma excesiva…

Si te resuena el tema te invito a leerte el libro o a ver alguno de los vídeos que hay en youtube al respecto porque para mí ha sido súper revelador y sanador… Tomar conciencia aunque puede doler, ¡sana  y te libera!

Después de darle muchas vueltas y hacerme muchas preguntas…  ¡Eureka!, estos últimos meses he descubierto y mirado a los ojos mi herida más profunda: el rechazo.

Te cuento todo esto porque tal vez te ayude a ti a reconocer tu herida  y a empezar a sanarla. Porque mientras no eres consciente, gobierna tu vida: tus percepciones,  tus acciones y tus reacciones. Y también tus resultados…

Compartirlo es además una manera de cerrar un círculo y una etapa. Así lo siento… ¡Empieza un nuevo ciclo!

El caso es que en algún momento de mi infancia me sentí rechazada o no aceptada por mis progenitores, mi familia u otras personas importantes para mí…  Todo esto cuando yo, contradictoriamente, siempre he me he considerado una niña muy querida (y no lo digo por quedar bien, así lo pensaba). Puede que no fuera real ese rechazo, que sólo fuera mi percepción y la historia que me conté… Pero allí quedó grabado. Eso hizo que me sintiera rechazada, no deseada, no valiosa, o no merecedora. Lo que me podía llevar a aislarme, la soledad siempre fue un refugio seguro.

Y esta herida ha hecho que yo mirara al mundo con ese “filtro”, que interpretara mis vivencias en función de éste.

Tomar conciencia de esto me ha llevado a entender muchos de mis comportamientos… Mi tendencia a complacer, a ayudar de forma desmesurada, mi perfeccionismo que me lleva a mejorar sin parar aquello que hago, mi susceptibilidad a las críticas, mi falta de decisiones por miedo a equivocarme, mi temor a exponerme, mi falta de acción o mis miedos al vender… ¡De repente todo cobra sentido!

Además, veo como esto me ha hecho huir en muchas ocasiones de grupos o reuniones sociales, esconderme, hacerme pequeña e invisible cuando había peligro de que no me aceptaran, de que me juzgaran, o me criticaran. Si evitaba esas situaciones, estaba a salvo…

(O ¡no!, porque tampoco podía huir de mí misma… )

Hacer frente a esta herida y sanarla pasa por tomar conciencia y tomar responsabilidad de esta situación. Porque de alguna manera yo elegí transitar esta experiencia. Perdonar y perdonarme, sabiendo que cada persona hace lo mejor que sabe con los recursos que tiene.

Y empezar por aceptarme y valorarme yo misma. Quererme tal y como soy con mis luces y con mis sombras… Sin esperar a que lo hagan los demás… Porque ésa es la aprobación que me libera y que va a hacer que  los demás puedan hacer lo mismo. Cuando yo me acepto y me quiero incondicionalmente, es lo que voy a generar en la pantalla de mi vida…

Ya no voy a tener que generar la experiencia de rechazo para sanarme. Y en todo caso si me rechazan no lo voy personalizar tanto…

Porque todo aquello que quieras crear en tu vida, primero lo creas en tu interior.

Y ahora es tú turno… ¿Qué te ha resonado de este post? Tal vez no es casualidad que hoy lo estés leyendo 😉

Un abrazo infinito,

Cristina

 

¿Dudas de ti y te paralizas?

Descubre la nueva guía gratuita“Los 13 errores invisibles que minan tu confianza al emprender tu  proyecto! 

¡Y pasa a la acción!